El término trampling tiene su origen en el verbo “trample” cuya definición es la de pisar a alguien o algo aplicando mucha fuerza hasta herirlo o causarle daño.
En la práctica habitual no se llega a este extremo, de hecho, el objetivo es el de disfrutar de esta práctica para no causar daño. En este caso, la idea es pisar o caminar sobre el cuerpo de una persona, mientras generalmente se pone un foco especial en los pies a nivel de excitación. Hay numerosas motivaciones por parte de la parte bottom (receptora de la práctica) para realizarla: gusto por los pies, gigantofilia, deseo de humillación, excitación con los juegos de presiones o interés por el breath play, entre otros. Este juego erótico suele enmarcarse en un contexto BDSM donde la imagen más común es la de la Mistress sobre el sumiso, aunque puede realizarse fuera de este marco.
Sin embargo, esta práctica entraña bastantes riesgos y hay distintas consideraciones que debes tener muy presentes: en primer lugar, busca un buen punto de apoyo no importa la experiencia que tengas. Los imprevistos siempre pueden ocurrir y mantener el equilibrio a veces es complicado. Por ello, ten cerca una pared, barras o amarres que te puedan proporcionar sujeción.
En segundo lugar, evita realizar trampling con tacones si no tienes experiencia, puedes provocar fácilmente rasguños, heridas e incluso llegar a dañar órganos. Además, escoge bien las zonas que vas a pisar con especial atención a la columna, las arterias y zonas de órganos sensibles expuestos como el hígado.
El trampling o el acto de pisar a una persona (to trample) puede ser realmente excitante. Encuentra la manera en que te sientes cómoda/o y parte de una comunicación fluida con tu partner para sacarle el máximo potencial.