Este tipo de práctica se enmarca generalmente dentro de variado elenco de posibilidades que ofrece el BDSM. Es decir, que habitualmente suele realizarse por una Mistress o Dómina en el marco del Femdom o Dominación femenina hacia el sumiso varón o la persona con pene y testículos. La intensidad con la que se practique dependerá de los límites de la parte bottom o sumisa (como en el resto de prácticas BDSM y encuentros eróticos), pero también de los gustos personales de la Mistress.
Combinar el ballbusting con la inmovilización es una gran forma de dejar a la otra parte más expuesta y aumentar la emoción en la sesión. Como en la mayoría de prácticas eróticas, la magia no está únicamente en el acto en sí mismo, sino también en hacer que cada uno de ellos sea completamente impredecible, combinando amagos llenos de tensión con patadas, bofetones y uso de instrumentos.
Por último, recuerda que esta práctica no está recomendada para todo el mundo. Si tienes varices en los testículos es mejor que te abstengas del riesgo de las posibles consecuencias. En general, chequea tu salud antes de entregarte al cock o ballbusting entendiendo que son prácticas de riesgo.
Patadas
Esta es la práctica más habitual dentro del ballbusting, aquella que generalmente aparece en vídeos de Femdom y de numerosas Mistress, aparte de en otro contenido audiovisual.
Para realizarlo de manera adecuada es importante comenzar calentando la zona, a no ser que busquemos una dinámica de castigo donde puede no haber calentamiento, o buscar una sesión muy intensa desde el comienzo.
Apretones y bofetadas
Hay quien busca sesiones de CBT únicamente centradas en caricias y apretones. Las manos nos permite regular con mayor precisión la intensidad que ponemos y también ejercer, generalmente, un número más variado de sensaciones. Además, no es únicamente el hecho de utilizar las manos, sino también la posibilidad de una conexión más cercana al quedar la cara cerca de la cara o la oreja y crear situaciones de mayor intimidad.